
-Vamos Nasshla no sé qué de inquietante tiene para ti el pueblo, lo puedes ver desde tu ventana cada mañana, desde palacio se ve todo.
-¿bromeas? No puedes ver a rothlo sumergido en sus libros ni a Nitha, con sus conjuros en la plaza, ni a las hadas ni a las ninfas, ni a los soldados de papá en la taberna del tuerto, esos valientes elfos con sus arcos, Crishal, deberías ponerles más ojos seguro es eso lo que te tiene tan amargada-rió.
Crishal la fulminó con la mirada.
-Sabes que lo que me amarga es que tengas que ser tú la que ocupe el trono,no te lo mereces, no eres responsable, ni siquiera lo quieres ¿y tú amas al pueblo?
-Lo amo, amo sus costumbres quiero vivirlas y formar parte de ellas no manejarlas.
-No sabes lo afortunada que eres Nasshla.
-No me sarmonees anda y mira ese de ahí, te mira mucho Crishal.
Crishal se volvió de repente sonrojada, un elfo de pelo largo, en una trenza moreno robusto y apuesto, la saludó con la cabeza.
-Bah! Qué dices... seguro es que me ha visto por el jardín de palacio mientras hablaba con papá-Agitó las alas.
-Jiji ¿por qué no te vas con él un rato? Quedamos en la taberna del tuerto, a ti te aburre hablar con Rothlo y con Nitha, y tumbarte en el Lago Ssslá con las ninfas ni te digo.. venga , antes de que se ponga el sol …
Crishal se peinó nerviosa.
-Mm... bueno vale, no tardes
-¡Piérdete!-rió Nasshla perdiéndose en la multitud del mercado.
La fascinaba aquel lugar, lleno de colores, de casitas de madera y hongos , de gente riendo y bailando, bebiendo.
Torthör era un reino feliz,o al menos eso aparentaba.
Los orcos-duende, pequeñas criaturas menos favorecidas del reino se dedicaban a manejar el mundo de los humanos,trabajaban para el Rey, pues debían informarle de todo y hacer su voluntad, pero sus rostros estaban deformes del dolor que producían en aquel mundo , de guardar y cuidar las almas que de él surgían, de darle color y darle vida... todo lo hacían aquellos pobres seres, cubiertos por una túnica negra que llevaban con la capucha puesta pues su rostro era muy desagradable ante tanto rostro perfecto de Torthör, y es que el dolor a veces puede contraer los rostros más bellos...
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